domingo, 15 de abril de 2012

Pesticidas, renacuajos y abejas

Muchas veces el sentido común o la intuición señalan problemas evidentes (como el que se muestra a continuación)... lo peor es que en la mayoría de los casos, ni siquiera teniendo certeza científica, se generan las políticas, las normas o las medidas de alerta y sensibilización, para evitar el colapso de comunidades bióticas enteras. Casi siempre hay que esperar a que un determinado gremio o sector exprese esos colapsos en pérdidas económicas (pueden pasar muchos años), a ver si los políticos de turno toman medidas. Nos toca a cada cual, con el antiquísimo método del "voz a voz" intentar cambiar el averiado mundo que nos queda.

Pesticidas, renacuajos y abejas:
Un tipo de insecticida estaría detrás del colapso de las colmenas. También se ha demostrado que un herbicida induce cambios morfológicos en vertebrados.
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Existe una preocupación creciente por el efecto que puedan tener las sustancias químicas artificiales que el ser humano introduce en el medio ambiente y que podrían en último término dañar nuestra salud o la del planeta. Se ha propuesto incluso que la alta incidencia de ciertas enfermedades humanas se podría deber a esto.

Recientemente se han producido varias noticias que han pasado más o menos desapercibidas, pero que apuntan a que algunos pesticidas pueden causar graves problemas.

En el primer caso se trata de un pesticida muy popular denominado Rounddup. Según un estudio este pesticidas puede producir cambios en vertebrados. En concreto se ha comprobado que esto sucede, al menos, en los anfibios.

Rick Relyea, de University of Pittsburgh, ha demostrado que concentraciones sub-letales, pero medioambientalmente relevantes, de este herbicida provoca cambios morfológicos en dos especies de anfibios. Este estudio demostraría, por tanto, que un pesticida puede inducir cambios morfológicos en vertebrados.

El experimento consistió en disponer varios tanques de agua en el exterior en condiciones muy similares a las naturales en donde se introdujo unos renacuajos. Expuso a los renacuajos a distintas concentraciones de Roundup durante tres semanas, a final de las cuales se analizó a los animales.

Normalmente la presencia de olor a depredador hace que los renacuajos desarrollen colas más largas, algo normal que pasa en la Naturaleza y que también pasó en algunos de los tanques preparados al efecto. Pero la sorpresa fue que el pesticida indujo los mismos cambios en ausencia de depredadores y que si se daban ambas circunstancias el crecimiento de la cola de los renacuajos era hasta el doble de lo normal.

Obviamente la presencia de este pesticida seria peligroso en el ambiente natural, pues haría que la forma del cuerpo de los renacuajos no estuviera adaptada al ambiente proporcionando así una desventaja.

Los depredadores, con su olor, cambian la forma de los renacuajos alterando la hormona de estrés de estos últimos, que así reaccionan para sobrevivir mejor a un hipotético ataque. Como los cambios inducidos por Roundup son similares, esto sugeriría que este pesticida interfiere con la hormona de los renacuajos y potencialmente con la de otros animales.

“Este descubrimiento resalta el hecho de que los pesticidas, que son importantes para la producción de los cultivos y la salud humana, pueden tener consecuencias no intencionadas para especies que no son el blanco de los pesticidas”, dice Relyea. “Los herbecidas no están diseñados para afectar a los animales, pero estamos aprendiendo que pueden tener una amplia gama de efectos sorpresa mediante la alteración de cómo las hormonas funcionan en el cuerpo de los animales. Esto es importante porque los anfibios no sólo sirven como barómetros de la salud del ecosistema, sino además como indicadores de peligros potenciales sobre otras especies en la cadena alimenticia, incluidos los humanos”, añade.

Aunque en esta nota de prensa no se menciona, desde hace un tiempo se sospecha que la alta incidencia de cáncer de pecho y próstata estaría influenciada por la exposición a sustancias químicas artificiales que imitan el efecto de las hormonas humanas. Así por ejemplo, uno de los culpables sería el bisfenol, que se usan en algunos envases plásticos.
El segundo estudio trata sobre los efectos de un pesticida sobre las abejas y abejorros y se apunta a esta causa como el motivo por el cual se está produciendo el colapso de las colmenas. Las pérdidas de entre un 30% y un 90% en las colonias se empezaron a dar a partir de 2006, dejando perplejos a apicultores, científicos, agricultores y naturalistas. Este tema del colapso de la colmenas ha sido motivo de muchas especulación y varios estudios desde entonces, pero hasta ahora no parecía que se hubiera delimitado un culpable concreto o principal. Este estudio y otros que vamos a relatar apuntan ya a una causa.

Pero no sólo son las abejas las que desaparecen, a los abejorros parece que les está pasando lo mismo. Algunas especies de abejorros prácticamente han desaparecido de Norteamérica. En el Reino Unido ya se han dado por extintas tres especies.

Recordemos que sin abejas y abejorros no se produciría la polinización de muchas plantas, incluidas aquellas que usamos para los cultivos. Salvo las gramíneas, que son polinizadas por el viento, la acción polinizadora de estos y otros insectos es esencial para el resto de las plantas con flores. En algunos casos se usan colmenas artificiales de abejas para polinizar campos de cultivos y se paga por ello. En algunos países estas colmenas son además itinerantes y son trasladadas de un lugar a otro en virtud de las necesidades.

Sin abejas no tendríamos fruta, frutos secos u hortalizas. Pero tampoco alfalfa y trébol para nuestro ganado. Si las abejas desaparecieran de la Tierra la producción de alimentos para la humanidad se vería en graves aprietos y se producirían pérdidas económicas billonarias.

Según el estudio del Harvard School of Public Health el culpable sería el pesticida imidacloprid, que es uno de los pesticidas más usados. Se aportan pruebas convincentes al respecto, al menos según sus autores. Este insecticida de tipo neonicotinoide fue introducido en el mercado en los años noventa.

En los experimentos realizados se usaron niveles de este pesticida por debajo de las cantidades que normalmente están presentes en el ambiente.

Las abejas están expuestas a este pesticida a través de dos procesos: a través de las propias plantas de las que toman el néctar o polen y a través del sirope de maíz procedente de cultivos humanos con la que los apicultores a veces las alimentan. Como la mayoría de los cultivos de maíz son tratados con imidacloprid el sirope que se obtiene de grano producido en esos cultivos también contiene este insecticida.

Los investigadores hicieron un seguimiento durante 23 semanas de varias colmenas expuestas a distintos niveles de este pesticida. Descubrieron que durante 12 semanas todo iba bien, pero al cabo de 23 semanas 15 de las 16 colmenas “tratadas” con este pesticida había colapsado. Las expuestas a mayores niveles del pesticida colapsaron antes que las demás. Lo preocupante es que los niveles de pesticida a los que se producía el colapso eran inferiores a los que normalmente hay en cultivos o áreas en los que las abejas normalmente forrajean.
Pero este estudio no es el único sobre este tema. Hay otros dos estudios que apuntan en el mismo sentido uno de investigadores británicos y otro de investigadores franceses. Estos estudios también apuntan a los pesticidas de tipo neonicotinoide, insecticidas muy usados en la actualidad en todo el mundo. Este tipo de compuestos actúan sobre el sistema nervioso central de los insectos y se propaga al polen y néctar de las flores.

En el estudio británico se centra en los abejorros. En el experimento se expuso a abejorros Bombus terrestris a bajos niveles de imidacloprid que son comparables a los niveles con los que frecuentemente se encuentran estos insectos en el medio. Además, se dejó a los abejorros que forrajearan en un espacio acotado natural durante 6 semanas. Durante ese tiempo midieron la producción de cera, miel y polen. Además contabilizaron los individuos y pupas. También usaron colonias de control a las que no expusieron al insecticida.

Los abejorros tienen un gran sentido de la orientación y navegación, así que una alteración en este aspecto pondría a estos animalillos en graves dificultades para sobrevivir. Este tipo de aspectos son los que no se pueden estudiar en el laboratorio, pero sí en pruebas de campo como ésta.

Las colonias “tratadas” eran entre un 8% y un 12% menores y producían un 85% menos reinas, lo que se traduciría en un 85% menos de colonias nuevas al año siguiente.
En el estudio francés se apunta a por qué se da el colapso de las colmenas, que estaría provocado no por la muerte inmediata de estos insectos, sino por la desorientación que los pesticidas de tipo neonicotinoide inducen en ellos.

En este estudio se hizo un seguimiento de abejas que habían sido marcadas con un chip identificador por radiofrecuencia pegado a su tórax. Esto permitió a los investigadores contabilizar las abejas que salían y entraban en la colmena. A algunas de ellas les administraron una baja dosis de thiamethoxam (un insecticida neonicotinoide), mientras que otras sirvieron de grupo de control.

Las abejas expuestas eran de 2 a 3 veces más proclives de morir mientras que estaban fuera de la colmena. Estas muertes probablemente se deban, según los autores del estudio, a que el pesticida interfiere con en sistema de orientación del insecto y éste no sabe regresar a la colmena.

Además crearon un modelo matemático para simular la dinámica de la colmena y en el que se incorporaba esta reducción en la capacidad de encontrar la colmena. El resultado era que la población de abejas se reducía hasta un punto en el que era muy difícil la recuperación de la colmena y ésta colapsaba en unas pocas semanas. Esto además haría que la colmena fuera más sensible al estrés de los parásitos y al cambio climático.

Según estos investigadores el estudio levanta serias dudas sobre los procesos de autorización de pesticidas. Hasta ahora no se había considerado la capacidad de interferir en el comportamiento de las abejas, sólo si se producían muertes directas de estos insectos.
Nota:

Según la información manejadas por NeoFronteras para confección de este texto algunas de las marcas, aparte de Roundup, que incorporan estos pesticidas tienen los siguientes nombres comerciales: Gaucho, Prestige, Admire, Marathon, Cruiser y Platinum. Pero estos nombres pueden cambiar de unos países a otros. Desde aquí se hace un llamamiento a los lectores para que enuncien las marcas que incorporan estos compuestos en sus respectivos países. El objetivo es, obviamente, informar a la gente para que no los use.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=3801
Fuentes y referencias:

Nota de prensa.

Artículo original.

Web del investigador.

Nota de prensa.

Nota de prensa.

Artículo original.

Artículo original.

Chensheng Lu, Kenneth M. Warchol, Richard A. Callahan, “In Situ Replication of Honey Bee Colony Collapse Disorder,” Bulletin of Insectology, June 2012.

Abejas en NeoFronteras.

Abejorros en NeoFronteras.

Foto cabecera: “The Bee in Tradescantia” por fesoj, vía flickr.

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