martes, 5 de febrero de 2013

Agua, viento, clima y agricultura

Agua, viento, clima y agricultura:
Varios artículos relacionan distintos aspectos ambientales con el cambio climático y el agua.
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El impacto del ser humano sobre el clima ya se empieza notar y a afectar el bienestar o supervivencia de distintas sociedades. Si no cambiamos el curso de nuestras acciones puede ser incluso peor. Para ello no basta con dejar de emitir gases de efecto invernadero.

Ahora que la energía eólica está tan de moda podemos preguntarnos sobre el origen del viento. ¿Qué crea el viento? Pues en el fondo no es más que un fenómeno convectivo en el que aire cálido sube y el frío baja y se crean una circulación de aire a la que llamamos viento. Al menos ésta es la explicación sencilla que viene en los libros de texto. La realidad siempre es un poco más complicada.

Parte del viento está generado por la circulación atmosférica creada por la condensación de humedad. El vapor de agua forma gotas al condensarse y esta reducción de volumen reduce la presión atmosférica y los cambios de presión producen viento.

Gran parte de este fenómeno se da sobre las selvas tropicales en donde el agua es transpirada por las plantas y luego se condensa en un ciclo constantemente. Si se talan los árboles se elimina la selva y con ello el fenómeno antes descrito y los vientos desaparecen o cambian. Lo malo es que si cambian los vientos también pueden desaparecer las lluvias que traen.

Aunque se ha considerado a este fenómeno como algo trivial y pequeños no se suele incluir en los modelos atmosféricos. Pero Anastassia Makarieva (Universidad de San Petersburgo) y sus colaboradores sostienen que el gradiente de presión creado por este efecto no ha recibido suficiente atención por parte de los investigadores y puede que haya sido infravalorado [1]. Sus cálculos sugieren que la condensación de miles de millones de litros de agua sobre la selva produce un gran efecto. Parece, según este nuevo resultado, que se trata de un poderoso mecanismo que controla los patrones de tiempo atmosférico a lo largo de todo el mundo.

Este resultado es criticado por algunos colegas de profesión, pero sus autores se defienden diciendo que los oponentes todavía no han dicho qué es lo que está mal en el nuevo resultado.

Los críticos, como Judith Curry del Georgia Institute of Technology, dicen que el fenómeno descrito es correcto, pero que su magnitud no es comparable a otros fenómenos, aunque podría ayudar a explicar por qué los modelos actuales no explican bien los monzones y huracanes.

Las implicaciones de todo ello son importantes pues, según los modelos actuales, si se pierde la selva tropical la lluvia continental declinaría entre un 10 y un 30%, pero si el nuevo modelo es correcto la lluvia podría declinar en un 90%.

Está por ver si la situación es una o la otra (o algo intermedio), así que habrá que esperar a ver lo que dicen posteriores investigaciones.
Pero no hace falta considerar la tala de la selva para encontrar ejemplos del mal uso que hace el ser humano de los recursos. Un estudio reciente apunta a que los regadíos de California están alterando el ciclo del agua en otras regiones de los EEUU.

Cada año los agricultores del valle central de California (que constituye la gran despensa de frutas y verduras de EEUU) usan varios kilómetros cúbicos de agua para regar sus cultivos. El 60% de esa agua proviene de ríos y el resto de pozos. Gran parte se evapora y aumenta la humedad del valle, pero esto tiene un efecto sobre otras regiones alejadas, según James Famiglietti de University of California en Irvine[2], [3].

Este investigador y sus colaboradores emplearon un modelo climático y simularon qué es lo que ocurría si no hubiese regadíos en esa zona. En otra simulación añadieron 350 mm de precipitaciones en la zona de los campos de cultivo californianos entre los meses de mayo a octubre, que es cuando se realizan los riegos.

Comprobaron que los regadíos incrementaban la lluvia en Nebrasca y parte de Oklahoma y Wyoming, así como en Utah, Colorado, Arizona y Nuevo México que recibirían de 4 a 14 mm más de agua en verano. En promedio las precipitaciones veraniegas se incrementaban en un 15%.

Pero la condensación del agua libera grandes cantidades de calor que calientan el aire y se crea una baja presión a nivel del suelo en la región que produce tormentas y extrae humedad de la zona y zonas limítrofes que incluyen el golfo de California y el golfo de México. Esto dispara la formación del ciclo de tormentas, según Famiglietti.

Lo malo es que si el acceso al agua en California se reduce, entonces la sequía en los estados de suroeste podría ser muy grave.

Otros investigadores apuntan a que el valle central de California no es el único sitio del mundo en donde hay regadíos masivos. En India, China y en otras regiones de EEUU distintas a California hay este tipo de regadíos masivos. Habría que tener en cuenta el efecto a escala global. Los modelos climáticos ignoran típicamente este tipo de efectos provocados por los regadíos.
Pero, según otro estudio, el cambio climático ya está afectando la disponibilidad de agua en los acuíferos en todo el mundo [4], [5].

Según Diana Allen, coautora del estudio, el aumento de la demanda de comida, en parte por el aumento de población, y las frecuentes sequías en muchas regiones del globo están haciendo que se dependa aún más del agua de los acuíferos para su uso agrícola. Como el cambio climático afectará las provisiones de agua de los ríos de origen glaciar es de esperar que la situación empeore.

Recordemos que el agua de los acuíferos es un recurso no renovable si no está bien administrado. Como en muchos países no se vigila y administra este recurso, al final se pueden tener acuíferos agotados o contaminados. Esto afectaría en gran medida al suministro de alimentos.

Los autores del estudio advierten que si las malas conductas no son corregidas el fenómeno afectará a la agricultura a escala global. También sugieren que se lleve un buen registro de los suministros de agua y se ajusten bien los modelos climáticos para predecir y evitar este tipo de problema.

Parte de los acuíferos se formaron durante el Pleistoceno y contienen agua “fosil” cuya renovación se da lentamente, si es que se da. La sobreexplotación reduce la cantidad de agua acumulada. El agua extraída termina en el mar y hace elevarse el nivel de los océanos. Hasta ahora se estimaba que, debido al cambio climático, el nivel del mar se elevará un metro a finales de siglo, pero esto no tenía en cuenta el medio centímetro anual que se eleva debido a la extracción de agua de los acuíferos.

El cambio climático producirá más tormentas y alterará las costas, lo que también afectará el suministro de agua de los acuíferos.
Copyleft: atribuir con enlace a http://neofronteras.com/?p=4025
Foto de cabecera: David Krohne.

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